“But Mary treasured all these things and pondered them in her heart.” Luke 2:19
Quite a lot had just been revealed by the shepherds. Understandably, the news that her newborn son was the Messiah had Mary in a reflective mood. I imagine the shepherds were beyond joyful to have received this news from the angels; they were probably even more excited to go find the child and have the heavenly proclamation affirmed. Not only their hopes and dreams, but those of countless others, were now being fulfilled: the suffering, the oppression, the injustices would be put down by this Christ child.
I wonder, though, about Mary’s quiet reception of this amazing news. The shepherds’ announcement was the fulfillment of ages and ages of prayer and cries for God’s saving grace. This was no ordinary cheerful news. This was news of an entirely different reality in the process of breaking open. It’s not hard to imagine the excitement and perhaps even shouts of joy coming from the shepherds. It’s easy to see the newborn baby awakened from his sleep at the sound of all those voices of elation and amazement. Yet, we are told that Mary receives the news, holds it near and dear in her heart as she ponders.
Mary knows something more. Although she can’t foretell the future, she knows something more about what this baby will mean not just for the world, but for her. I wonder if she is, already, beginning to prepare herself to let go – even though she has barely begun to nurture her son. She knows, from her own life, that overturning the powers of oppression will require a kind of strength that the world has not yet seen.
I wonder if she is also pondering what this child of hers will need from her in order to fulfill the angelic proclamation. Perhaps she pondered, “What can I give him that will help him fulfill this prophecy?” Or, perhaps she pondered what it would mean to love her son so much that she could let him go.
There is a contrast between the shepherds’ joy and Mary’s joy. The shepherds are filled with joy and anticipation about what this Messiah will bring into their lives – how their struggles and suffering will be removed. They are eager to be released from a way of life that is burdensome. But I think Mary sees not an event or moment of dramatic change, her joy is a quiet pondering about a relationship that will demand more than she will sometimes understand …. a relationship that is going to change her. And this relationship with her son will change her and demand much from her because she already loves him so deeply.
It is love that Mary ponders in her heart. This love for her newborn son, love for what has been announced, love for her people, love for all of it – even what she does not yet know. Mary understands what the others do not yet understand: that this Christ child is given to us in love, and he will teach us – he will urge us – to love one another because the way he will change the world is through relationships that know love. Mary doesn’t know everything that this love will require of her. But she will.
And we, like Mary, are near enough to this wonder that we can lean in to smell his sweetness and then to feel our hearts swell with love. Before Jesus is old enough to teach it, the lesson emanates from his tender face: love one another as I have loved you.
Blessings this Christmas,
Mensaje Navideño de Nuestra Obispa
“Pero María atesoraba todas estas cosas y las meditaba en su corazón”. Lucas 2:19
Los pastores le acababan de revelar muchas cosas. Se puede entender que, la noticia de que su hijo recién nacido era el Mesías, hizo que María estuviera reflexionando. Me imagino que los pastores estaban más que felices de haber recibido esta noticia de los ángeles; probablemente estaban aún más emocionados para ir a buscar al niño y que se afirmara la proclamación celestial.No solo sus esperanzas y sueños, sino los de muchos otros, ahora se estaban cumpliendo: el sufrimiento, la opresión, las injusticias serían demolidas por este niño Jesús.
Me pregunto, sin embargo, sobre la tranquila reacción de María de esta asombrosa noticia. El anuncio de los pastores fue el cumplimiento de generaciones y generaciones de oración y clamores por la gracia salvadora de Dios. No se trataba de una alegre noticia común y corriente. Esta fue la noticia de una realidad completamente diferente en el proceso de la revelación.No es difícil imaginar la emoción y tal vez incluso los gritos de alegría provenientes de los pastores. Es fácil ver al bebé recién nacido, despertar de su sueño con el sonido de todas esas voces de júbilo y asombro. Sin embargo, se nos dice que María recibe la noticia, y la guarda con cariño en su corazón mientras reflexiona.
María sabe algo más. Aunque no puede predecir el futuro, sabe, presiente algo más sobre lo que este bebé significará no solo para el mundo, sino también para ella. Me pregunto si ya está comenzando a prepararse para dejarlo ir, aunque apenas ha comenzado a cuidar a su hijo. Ella sabe, por su propia vida, que derribar los poderes de la opresión requerirá un de una fuerza especial que el mundo aún no ha visto.
Me pregunto si ella también estará reflexionando sobre lo que su hijo necesitará de ella para cumplir esta proclamación angelical. Quizás ella reflexionó: “¿Qué puedo darle que lo ayude a cumplir esta profecía?” O tal vez pensó en lo que significaría amar tanto a su hijo, que lo podría dejar hacer su misión.
Hay un contraste entre la alegría de los pastores y la alegría de María. Los pastores están llenos de alegría y expectativa acerca de lo que este Mesías traerá a sus vidas: cómo se eliminarán sus luchas y sufrimientos. Están ansiosos por ser liberados de una forma de vida que es muy pesada. Pero creo que María no ve un evento o un momento de cambio dramático, su alegría es una reflexión tranquila sobre una relación que exigirá más de lo que a veces ella entenderá…. una relación que la va a cambiar. Y esta relación con su hijo la cambiará y exigirá mucho de ella, porque ella ya lo ama profundamente.
Es el amor lo que María reflexiona en su corazón. Este amor por su hijo recién nacido, amor por lo que se ha anunciado, amor por su gente, amor por todo eso, incluso lo que ella aún no sabe. María comprende lo que los demás aún no comprenden: que este niño Jesús nos ha sido entregado con amor, y nos enseñará, nos impulsará, a amarnos unos a otros, porque la forma en que él cambiará el mundo es a través de las relaciones que conocen el amor. María no sabe todo lo que este amor requerirá de ella. Pero ella lo hará.
Y nosotros, como María, estamos lo suficientemente cerca de esta maravilla que podemos inclinarnos para oler su dulzura y luego sentir que en nuestros corazones se llenan de amor. Antes de que Jesús tenga la edad suficiente para predicar, la enseñanza emana de su rostro tierno: “ámense los unos a los otros como yo los he amado.”
Bendiciones en esta Navidad,